— 10 - pañola, la Universidad de Salamanca, y había sido el primer Rector del primer Colegio de la Descalcez Carmelitana, que fué el de Alcalá; no era ajeno a los conocimientos de la Métrica y del arte de componer. Nos dicen todos sus biógrafos y críticos que escribía una y otra vez sus tratados, y por eso de muchos de ellos tenemos distintos códices y manuscritos. Juan de la Cruz era de un espíritu selecto y excelso; y de esta excelsitud emerge su ardiente y elevadísima poesía mística. Elevación de doctrina, excelsitud de forma; he ahí las potentes alas que tan en alto arrebatan a Juan de la Cruz. El Doctor de Fontiveros no escribe para principiantes; el mismo nos lo dice en su prólogo al Cántico Espiritual No anda por este mísero suelo llevando de la mano a los que caminan tropezando, como otros maestros espirituales; sino que hiende los aires y penetra en los cielos y desde estas alturas con sus cantos sublimes invita a las almas a volar con el vuelo del amor. Doctrina elevada y sublime, pero robusta y sólida, no de vagos sentimentalismos y mucho menos de imaginativas ilusiones. Juan de la Cruz es el Doctor de las virtudes teologales, que él sensibiliza y pinta cuando nos habla de lo blanco de la Fe y de ío verde de la Esperanza y de la toga colorada de la Caridad (1). Es el cantor de la Noche oscura del alma, de la nube tenebrosa y alumbradora de la fe; de la esperanza ardiente que le hace exclamar: Vivo sin vivir en mi, Y de tal manera espero, Que muero porque no muero; de los desposorios espirituales, de la Llama de Amor Viva, que diviniza ya al alma en esta vida, haciéndo- (1) Avisos y seaíencias, núm. 1!