VII frente en las sendas nada suaves de la civilización ó la llevaron á próspero bienestar; sin excluir á ninguno de los claros é insignes varones, sea el que quiera el arte, la ciencia, el motivo ó la ocasión en que se distinguieron. Cierta y segura la edad presente del respeto que inspiran los grandes hombres que pasaron, - así como de la grata emoción que producen siempre los rasgos más salientes de su vida, y cual si quisiera imitar á Milton, el incomparable cantor de la tragedia del Paraíso, cuando decía con ingenua sencillez que "allí donde „encontraba un hombre despreciando la falsa „estimación del vulgo, osando aspirar por sus ^sentimientos, su lenguaje ó su conducta, á lo „que la alta sabiduría de los ángeles nos ha „enseñado de más excelente, se unía á ese „hombre por una especie de necesario atrac„tivo, y contemplaba con ternura á cuantos „llegan á la cima de la dignidad, del carácter, „de la inteligencia ó de la virtud.,; cierta y segura nuestra edad del provecho que obtienen los pueblos, cuando honran gozosos la memoria do los grandes hombres, se va acostumbrando fácil á celebrar centenario de los más ilustres, con solemnidades de tal índole, que para no pocos, pudieran ser más bien desagravio debido á la obscuridad en que les dejó vivir y morir la ingratitud de sus contemporáneos. Recientes están los celebrados en varios países, y aun en el nuestro, con lucimiento y