— 55 — Con tal que esté aquí cuando vengan los gallegos... Entró en la cocina el Sr. Julián, que este era su primer nombre, sacó del bolsillo «de adentro» de la chaquetilla un pañuelo de yerbas, y tras del pañuelo una petaca, casi negra en- fuerza de sobada, volvió, á guardar en su sitio el pañolón, y ya libre de trabas, sentóse en el escaño y. se puso á liar un cigarro con todos los requilorios que el caso exige. Mojólos dedos para hojear el librillo; arrancó una hoja, que puso en la boca, pegada del labio inferior; echó tabaco en la palma de la mano izquierda, puesta como una cuenca, para recogerlo; con gran calma fué desmenuzándolo y tirando los palos, que abundaban y no eran menudos ni endebles, y descolgando el papel y poniéndolo acanalado entre el pulgar y el índice de la derecha, vertió