IV Capítulo de cuentas Por aquel entonces, en el ilustre lugar de Campoabierto, volvía de la era el Sr. Julián pensando en la niebla que tenía el trigo por no haberle echado la piedra lipiz á tiempo; y en que las mareas de las mañanas podían quemar los garbanzales, porque el sol con todos sus fuegos encendidos estaba arrebatando las co - sechas; y en que el anochecer de aquella tarde no había sido del todo bueno, por aparecer unas nubes allá para los Montalvos, símbolo tal vez