86 ñ£GAL0AL0SSUSCRIT0RESAtAtOivf¿,:V-'."«. ..'ÍCÍA. son mayorazgos del Rey las vidas ¡'©los vasallos. Rby. Eres ejemplo de honrados,, Amas. Soy tu vasallo íeals pondré lileaoid á mi mal (Aparte.) á pesa? de mis cuidados.' Rey. Regala á mi Zaida hermosa. Urraca. Téngola ya por hermana. Rby. Y después de ser cristiana, sera mia. Zaida. Soy dichosa. Arias. Señor, ya están con cuidado los Ricos-homes por verte. Rey. Hazlo, hermana, de la suerte que lo tenemos tratado. Urraca. Sí haré. Rey. Tú serás despojos del alma, Zaida querida. Zaida. A Dios, alma de esta vida. Rey. A Dios, cielo de estos ojos. (Vanse las dos, y siéntase Alonso en su silla, j saleu taños, ypasan haciéndole acatamiento, y vanse sentando ea Bancos.) Arias. Este es Don Diego de Lara, ¡oh infelice Arias Gonzal pues del que mató á mis hijos veo la espada y la mano! No porque á venganza obligue,, que el matarlos en el campo fué desdicha, y las desdichas si afligieron, no afrentaron. Y así la tierna memoria ■ - de mis lujos me ha obligado á lágrimas de dolor, y no á venganzas de agravio. Rey. Pues el cielo ha permitido que mi hermano el Rey Don Sancho / fuese á pisar sus estrellas, y yo soy del gran Fernando vuestro Rey hijo segundo, . peco tengo que exhortaros,