— lia - IV Si del Estado propietario pasamos al Estado industrial, los inconvenientes son todavía de más bulto. El Estado no sirve para agente directo de la producción; al desempeñar este papel, trastorna los verdaderos elementos productores é introduce lamentables perturbaciones en el orden general de la industria. La vida y el desenvolvimiento de las funciones del Estado requieren, es cierto, un conjunto de recursos, como decimos más arriba, sin los cuales sería imposible su existencia. Pero el origen verdadero de estos recursos es el impuesto que deben satisfacer todos los ciudadanos en proporción de sus fortunas y en consideración, no sólo á la garantía que el Estado les presta como propietarios, sino como meros industriales, ó ya se dediquen al cultivo de la ciencia y del arte, y al ejercicio de las profesiones manuales, protegiendo á la vez las personas, su dignidad y su honor, y cuidando de la administración de justicia. En cada uno de estos aspectos que ofrece toda agrupación constituida en Estado independiente, su órgano el Grobierno encuentra una base legítima para hacer contribuir, á cada cual en la medida de sus fuerzas, á sostener las cargas públicas, sin que le sea preciso acudir al auxilio violento de monopolizar uno ó varios ramos de la industria, en perjuicio, no sólo de la libertad del trabajo, sino de su carácter de institución puramente jurídica. Todo monopolio es odioso é irritante; pero cuando lo ejercen los Grobiernos de un modo directo, constituye