32 ^9^___ . en sí mismo tenía, agregaba la que había ejercido yá de antiguo en los asuntos de Italia. También se señala el año 1492 por un suceso trascendental para la suerte de la Iglesia, y aún para los destinos déla Península, que tal lo fué, en efecto, la muerte de Inocencio VIII, que tanto había intervenido en las luchas intestinas de los Estados italianos, pero que había logrado afortunadamente alcanzar en sus últimos días una era de paz y bienandanza, que parecía inminentemente amenazada con su muerte. Terribles eran, en realidad, aquellos momentos en los que Ascanio Esforcia, Julián de la Rovere, Francisco Cybo y Rodrigo Lenzuolio, llamado Borgia, se disputaban la gloria de sentarse en la silla de S. Pedro, porque como que al lado de los intereses de la Iglesia y aún mejor sobre ellos se hallaban los intereses políticos y aún particulares, y como con la elección de los tres primeros ó se elevaba de un modo extraordinario y amenazador para el equilibrio de los Estados italianos el poder de los Esforcias, ó se creía atentar á la grandeza de Florencia, ó se daba prepon-