DE NOVELA. 41 mos con las primeras judías y con las otras, con los consumos y las cédulas. ¡Cuánto no se gritó también en otro tiempo contra las judías de las manos muertas! ¡Fuera judias! ¡Fuera judías! Y en efecto, se desamortizaron los bienes eclesiásticos y los bienes de beneficencia y los bienes de los pueblos: dejaron todos de pertenecer á sus antiguos y legítimos dueños, en cuyas manos eran patrimonio y remedio de los pobres. Pero pasaron á amortizarse en las manos de cuatro usureros sin conciencia y sin corazón, que enseguida cuadruplicaron el tipo de la renta y esquilmaron y dejaron por puertas á los colonos... Al mismo grito de ¡fuera judias! se ban levantado contra la Religión turbas excitadas por la sofistería liberal, negando los dogmas, las profecías y los milagros. Pero esas mismas turbas que, por no creer en dogmas, en profecías, ni en milagros, lian sacudido el yugo suave de la fé católica, han creído toda clase de supersticiones, han ido á consultar el porvenir con una gitana y han caído de rodillas ante un magnetizador de plazuela. T sin embargo de todos estos ejemplos tan palpables — terminaba el venerable sacerdote, — es bien seguro que la pobre humanidad, apartada de los caminos de Dios, seguirá