— 3 — moros D. Alonso VI de Castilla cu 1083. Nadie se metió coa el atropellatlor : en España el que acotnete vence, aunque sea un zagal. Allí manifestaron el mayoral y Tirabeque su deseo de desayunarse, en cuya virtud entramos en la posada de Presas, y echando mano Pelegrin al chocolate que iba de repuesto mando hacer dos pocilios. Tomados estos y pedida la cuenta, resultó importar cuatro reales, lo cual escandalizó á Tirabeque y dió ocasión á serias contestaciones entre el posadero y él. ■ — ■ a ¿Cómo qué? decia Pelegrin rebosando de ira; ¿con que aquí la administración cuesta largas dos terceras partes mas del valor del capital ? — Sí señor, respondió Presas, y en esto no hago mas que acomodarme al sistema de administración que felizmente nos rige. Á tal contestación nada tuvo Tirabeque que replicar, convencido de que aquel Presas no era sino uno de tantos Presas de nuestra administración; satisfizo él pedido, y continuámos nuestro viajé. Somosierra. Creo que ningún español que tenga entrañas de sentir y alma española podrá ver sin dolor y sin compasión el triste y miserable cuadro que ofrecen á su vista los infelices pueblos y los no ménos infelices habitantes del paísy puerto de Somosierra. Aquellas ahumadas cabañas, aquellas chozas ó tugurios que llaman casas, aquellas mujeres envueltas en toscos sayales, aquellos niños desnudos, aquellas abarcas de cuero á medio adobar que los hombres se ajustan á las piernas con coloreas del mismo género, aquellos pálidos y macilentos semblantes en que sin necesidad de inscripciones se leen el hambre y la miseria, no pueden ménos de excitar sensaciones dolorosasé impresiones de amargura y compasión. Lamentábame, yo Fray Gerundio, de aquellos desgraciados, y oyéndomé Tirabeque repuso : « la verdad, señor, yo no sé por qué estos ciudadanos han de estar así, porque ellos han tenido Estatuto, ellos han tenido Constitución del 12, ellos tienen ahora Constitución del 37, ellos han tenido gobiernos moderados, ellos han tenido gobiernos exaltados... Señor, yo no sé que les puede faltar ni que mas pueden apetecer. — Ay, Pelegrin, Pelegrin ! exclamé : eso prueba bien lo poco que se han ocupado, lo nada que han cuidado unos y otros de mejorar la suerte de los infelices pueblos, que ¡ojalá en estoy no en fatigosas é interminables cuestiones y quisquillas de partido hubieran pensado alguna vez ! — Ande