VIII que, leyéndolos cree uno eucoutraiBe en el portal de una fotografía de moda, donde se exhibe la gente conocida. ¿Quién no ha conocido á machas Damianas Orispín? Desde aquellas suripantas de los Bofos de Arderías hasta las chanteusses y dansseusses de hoy, es interminable la lista de las pecadoras que han escalado las altas posiciones, por las artes del modisto, del joyero y del perfumista y por la imbecilidad del viejo tonto, que cree posible la existencia de dos primaveras en un año. Los Bodolfos Ferrer, canalla de smoquin que desvalija á los incautos en las encrucijadas de la bohemia elegante, son vulgarísimos y abundantes en la fauna materialista de los que se llaman á sí propios, espíritus fuertes, para ocultar su cédula personal de refinadísimos sinvergüenzas. A don Ladislao, al atrayente, al ejemplarísimo don Ladislao, lo hemos conocido todos, con distintos nombres y en aldeas y en ciudades, sonriente, bondadoso, venerable y ferozmente caritativo, como los predilectos de Dios, como los escogidos que en la tierra llevan dentro del corazón el poema blanco del Evangelio. Tipos á la Melitón Sauro, los ha producido en abundancia, y principalmente en los países más castigados por la impiedad, la espantosa guerra que ha asolado al mundo. Porque los hombres^ espantados del estrago de la tierra, han levantado sus ojos al cielo. Y cuando los hombres miran á lo alto, ha-