En esos años de Í870 á 18?8 Machio es un segando espada que torea buen nótnero de corridas por las plazas de proviacias, dejando, si no una aureola de entusiasmos, una estela de simpatías. La personalidad artística de Macbío fué un eslabón de una cadena que quizá en él acabe, ó todo lo más, corra dos ó tres nombres por debajo de su antigüedad. Eran los espadas complementarios de un cartel, que llenaban su papel modestamente y á los que no se exigían sublimidades. Después vinieron toreros mucho más hechos, mucho más lucidos. Cara anchi, Angel Pastor, el Gallo, y aquellas figuras modestas se esfumaron en la penumbra. Pero José Machio tiene su personalidad y su carácter definido ó como lo tienen, en idéntica esfera, Manuel Arjona Guillén, Manuel Carmona, Vicente García Villaverde, Angel Fernández (Valdemoro), Manuel Hermosilla y Felipe García. Y esas personalidades secundarias son más dignas de estudio que las que aparecen en primer término y cuyos méritos están por todos acatados. (Jómo llegó á las cumbres del genio un Lagartijo ó á las alturas de lo notable un Currito, todos lo saben y á todos se alcanza. Su biografía es conocida al detalle. Cuáles fueron las causas que hicieron no llegar á Machio y á Hermosilla, toreros ambos de grandes facultades y mucho amor propio, eso es lo que motiva el interés del aficionado á quien gusta analizar y anatomizar los hechos. Aparte de la afición al toreo, entra en ello el estudio del corazón humano, de los medios fallidos en las actividades, y ese estudio es, desde mucho antes que la afición á toros existiera, la más hermosa de las aficiones. Machio vuelve de contrata á la plaza de Madrid en 1876 y en ella pasa, sin pena ni gloria, vuelto á ser el espada certero é inadvertido, cuya marcha, á medio tono, salvaron sólo las dos tremendas cogidas narradas y en las que demostró un valor estóico. Después la gente nueva arrumbó á Machio y disputáronse los terceros puestos en la plaza madrilefia aquellos que venían empujando, y aun algunos de ellos con ilusiones y alharacas de embestir contra los colosos; se estrellaron contra ellos, como es lógico, pero mantuvieron la espectación del público durante algún tiempo. Prueba de la estimación que merecía Machio es, que en muchas corridas de resonancia en la Corte figura bu nombre, como sucede en la corrida á beneficio de los inundados de Murcia, Alicante y Almería, de 16 de Noviembre de 1879; las corridas Reales de aquel afio por boda de Alfonso XIÍ con la Archiduquesa María Cristina Reniero, y en cuyas fiestas Machio, en la tarde del 1.° de Diciembre, dió fin del toro Latonero (de D. Antonio Hernández, negro), con una magnifica estocada, que fué la mejor de la corrida, y la corrida del centenario de Calderón, el 31 de Mayo de 1881. Es sabido que en las corridas de inauguración y primera de abono de 1882, fueron heridos de mucha gravedad los espadas Cara-ancha y Angel Pastor, y entonces la empresa Ménéndez de la Vega echó mano de Machio para que alternase con Lagartijo, Hermosilla y el Gallo. Machio toreó aquella temporada algunas corridas, incluso la célebre de Beneficencia de 4 de Junio. En una de estas corridas, en que figuraba como primer espada (14.a de abono, 24 de Septiembre; seis toros de Anastasio Martin, que picaron en tanda Jmneca y Cohta, estoqueados por Machio, Cata-ancha y el Gallo), figura, en el último puesto de los banderilleros, por vez primera en los carteles de la plaza de Madrid, un nombre hasta entonces desconocido: el de Rafael Guerra {Guerrita), que después, por sí solo, había de llenar una época.;- Terminada aquella temporada. Machio sólo vuelve en una ocasión á la plaza de la Corte. En una corrida tle las de grande aparato, dada el 20 de Octubre de 1884, «á beneficio de la instalación de un Circulo de Instrucción Popular», que no llegó á instalaise, y en la que hubo desfile histórico, toros rejoneados y seis de Náñez de Prado, en lidia ordinaria, que estoquearon Lagartijo, Currito, Machio, Hermosilla, el Gallo y Maz/antini. Macbío, que vestía de grana y oro, mató su toro {Caribello, cárdeno, corto y abierto de pitones), con un pinchazo hondo en lo alto, otro tomando hueso y un descabello al cuarto intento, siendo aplaudido. En 1884 toreó muy poco, y ese fué el último afio que toreó en España. En 1885 marchó á Cuba, y desde allí á México, en donde estuvo algún tiempo y en donde le llamaron en los carteles Don José Machio, sin que la suerte se mostrase propicia con el espada, que regresó á España en 1888 bastante enfermo del estómago. Fijó su residencia en Madrid, pero no toreó más, y después de algún tiempo de estancia en la Corte marchó á Sevilla, donde se estableció definitivamente y en donde falleció, victima de su lesión crónica del estómago, el 4 de Mayo de 1891, á los cuarenta y nueve años de edad. La pluma inteligente de Mariano del Todo sintetiza quién fué Machio, en estos renglones: cLas facultades de este diestro eran exuberantes en cuanto á fortaleza y talla, su voluntad constante y »palmariaf y, sin embargo, no pudo nunca trasponer los límites del término medio, y á pesar de su arrojo >no consiguió por una sola vez que el entusiasmo del público viniese en su recompensa, prueba cierta de «que alguna influencia superior presidia su destino, haciendo buena en él la antitesis proverbial de que »el que quiere no siempre jpuede». Conforme de toda conformidad con mi antiguo colega en La Lidia, cierro aquí mi trabajo acerca del modesto espada sevillano, cuya historia, si no pródiga en glorias y triunfos, considero altamente interesante, por la época en que se desarrolló su actividad, por bu figura digna y soetenida y por las terribles cogidas, que dan mayor relieve dramático que artístico al pundonoroso torero, digno de estimación. El Bachillbb GONZÁLEZ DE RIVERA.