CDaPcelino de Unceta. Hondo, inmenso dolor ha producido en esta casa la inesperada muerte del ilustre pintor, gloria del arte, que con inspiración siempre lozana, y energías jamás quebrantadas, supo imprimir en los seguros trazos de su pincel, el cariño á la patria, el entusiasmo por cuanto tuviera carácter genuinamente español, que constituían, digámoslo así, la musa de sus hermosas concepciones, á la vez que el encanto de toda su vida. Porque Unceta era patriota de piés á cabeza, español de cuerpo entero y aragonés hasta el tuétano. Viéndole, oyéndole, recreábase el ánimo ante el recuerdo de aquellos heróicos baturros que con tesón indomable tuvieron á raya loo aguerridos ejércitos de Napoleón, y sin querer pensábamos: i Así, como Unceta, briosos, enérgicos, gigantes en la lucha, debieron ser los moños de 18081... No hemos de estudiar aquí la fecunda y prodigiosa labor de Unceta; nuestro compañero Pascual Milián ha dicho cuanto decirse puede de ella, en el último número de La Vida Española. Por otra parte, la obra de Unceta es popular, siquiera el público no la conozca en toda su amplitud; pero como el genio déjase adivinar en el menor rasgo, en la cosa más pequeña, y el que lo lleva dentro con cualquier motivo se revela, basta un apunte ligerísimo, un boceto, una pincelada, para conocer al maestro insigne, al artista de méritos indincutibles.y por eso la personalidad de Unceta adquirió relieve y justa fama con las hermosas ilustraciones que sirvieron de ornato á las Memorias intimas del Marqués de Mendigorría, &éi como las innúmeras reproducidas en casi todas las revistas de España y el extranjero. Ahora bien; la labor completa, grande, genial del maestro, no es conocida más que de algunos, muy contados, admiradores é íntimos amigos del pintor; y esa, que '~—~m. es la que verdaderamente gha dejclmentar'su'renombre'para la posteridad, colocando á Unceta en la historia del arte al nivel dé los buenos pintores del siglo xix, esa que anda desperdigada en poder de particulares, que la ocultan á la vista de todo el mundo, como el avaro esconde^sus tesoros, esa debe exponerse, porque el público, los españoles, la patria, tienen perfecto derecho, que nadie puede regatearles, á conocer los frutos que produce la incesante labor de sus preclaros varones. Hoy que, para bien del arte, se han puesto en boga las exposiciones, es necesario, indispensable, que los que saben y pueden organizarías, preparen una de los cuadros de Unceta, digna del objeto y tan numerosa como las circunstancias lo permitan. Dice biem Pascual Milián en su artículo antes citado: «puede decirse que las obras de Unceta, quizá las mejores, no llegaron al público». Y deben llegar, para que la opinión, uniendo sus aplausos al de los íntimos admiradores del paisano y dignísimo sucesor de Goya, contribuya con todo el peso de su autoridad infalible á enaltecer la memoria del malogrado pintor. Organícese, pues, cuanto antes, una exposición Unceta; vean la luz en decoroso conjunto, los innumerables bocetos de carteles, manchas, cuadros, apuntes que poseen Poitabella, D. Constancio Sancho y el Ayuntamiento en Zaragoza, D. Ramón Gracia en Bilbao, D. Antonio Oovarsí en Badajoz, D. Francisco Bernal, D. Luis Bea, D. Mariano Gascue, en Madrid, y tantos y tantos otros como en España, en el extranjero y en América conservan originales de Unceta. Haga el Círculo de Bellas Artes lo que debe, aunen sus esfuerzos y prestigios los insignes compañeros del difunto artista, para quienes tuvo siempre frases de cariño, de admiración, de benevolencia, y honren todos, cual se merece, la imperecedera memoria de Marcelino de Unceta. Ya que ha muerto sin dejar obra suya de Museo, para que en ella pudiesen apreciar propios y extraños lo mucho que valía aquel veterano del arte, súplase deficiencia tan lamentable con lo que proponemos, toda vez que con un poco de buena voluntad quedarían obviadas fácilmente las pequeñas dificultades que ofreciera la realización del propósito. APUNTA YACBNTBjIPORjP.iCARMBNA. ^