i^EGUEI^DO^ DE AYEl^ Emilio Toppes (Bombita) ir EL DESpENSO Las leeionea que el toro Corcito, de Villamarta, infiriese á Bomhita en la plaza de Madrid el 6 de Mayo de 1897, parecían ser insignificantes y no traerle mayor perturbación; pero exacerbándosele los dolores, impidiéronle ir á torear el día 9 en Barcelona, mandando como sustituto á Villita. Creyéndose restablecido, BüVibifa toreó en Madrid la corrida del 15 de Mayo, en la que estoqueó, de un modo admirable, el tercer toro (Moraíto, de Ibarra), que brindó á Frascuelo. Pero la herida del escroto no se cerraba y le produjo aquella tarde grandes molestias que, acentuándose al descansar de la brega, le impidieron torear en la corrida del 16. Pareció reponerse, y lidió con gallardía y lucimiento las corridas del 20 y 23, siendo verdaderamente superior la faena con que dió fin del sexto toro de la corrida del 23 de Mayo (Jabado, de Otaolauiruchi). Toreó la corrida de Beneficencia (3 de Junio), y el domingo 13 coirió p^r Madrid la noticia de que Btmbita, que debía torear aquel día en Lisboa, había fallecido momentos después de llegar á la poética capital del reino portugués. La fatal nueva trascendió á provincias y cundió lápidamente. Por fortuna no era exacta. Bombita, que aún tenía largos afios do vida que gozar, sufría una cistitis traumática bastante grave, efecto de haber vuelto á torear antes de lo que debiese después de la cogida del toro Corcito, complicada con un enfriamiento y quizá con alguna otra dolencia independiente del percance sufrido en Madrid el 6 de Mayo. La enfermedad fué grave, la'ga y difícil, pero la fuerte naturaleza de Emilio Torres la venció y, después de perder muchas corridas, salió nuevamente á torear en Linares el 20 de Agosto, estoqueando, en unión de Guerrita y el Algabeño, reses de doña Celsa Fontfrede. No puede precisarse si dejó aquella enfermedad rastro en su organismo, debilitó sus facultades ó restringió sus bríos toreros. Pero es cierto de toda evidencia que en la vida de Bombita hay una línea divisoria que lleva una fecha. La de 6 de Mayo de 1897. Esa fecha divide en antes y después. Quizá, después, en alguna ocasión el Emilio Torres de antes apareciese como oleada de sol en día tormentoso; tornasen sus arrestos y sus galanuras, pero eran tan sólo una oleads; la playa volvía á quedar monótona y tranquila. Los grandes triunfos fueron hasta el 6 de Mayo de 1897; después vino el triunfo por excepción y la monotonía como regla. . Entro en la parte más espinosa de mi estudio y en la más difícil para mí. Fui entusiasta del Bombita de 1895 y 1896, y principios de 1897, y vi con lástima, con pena, con algo de ilusión que se derrumba, la caída que vino después. Pero por lo mismo que trato de una figura que es muy querida en mis recuerdos de sfioionado, quiero extremar la nota de imparcialidad que llevé á estos trabajos, qué no son ct.íttcas, sino crénicas; que no son juicios, sino recuerdos. El punto en que se marca el descenso de Bombita está claro y determinadísimo. El apogeo lució hasta la tarde del 6 de Mayo de 1897, en que el toro Corcito, de Villamarta, le causó lesiones que, leves en sí, complicadas quizá con otras que nada tenían que ver con el toreo, determinaron en' el espada una pérdida de facultades y de entueiasmo que habían de hacerse palmaria y cada vez más notoria, hasta dar lugar á su retirada. ¿Que hubo tardes brillantes? Claro que sí. ¿Qué invierno, por malo que sea, no tiene algunos días bonancibles de sol y de templanza? , El impulso adquirido no se detiene fácilmente, y Bombita terminó de torear la temporada de 1897 con la velocidad inicu 1 que traía desde 1895. Trabajó con mucho lucimiento las corridas de feria de Valladolid, y en Madrid, en la segunda temporada, sólo toreó la extraordinaria de 7 de Octubre. Eq 1898 comenzó sus tareas Emilio Torres en Cádiz el 13 de Febrero con escaso lucimiento. No aeí f n Madrid, en donde en la corrida de inauguración de la temporada (10 de Abril) estoqueó de modo inmejorable el tercer toro (Macareno, de Veragua), éxito que se repitió en la corrida del 2 de Mayo al matar ádmirablemente los toros Estrellaíto y Stbobio, de Muruve. También echó á rodar de una soberbia estocada á un tiempo el toro que estoqueó en la corrida patriótica de 12 de May o ( Cabradito, de D. Esteban Hernández). Esto y el sexto toro de la corrida del 15 de Mayo (Cimbareto, de Pablo Romero), muerto de un magnífico voInp'é, es lo único que durante la primera temporada hay que apuntar en el haber de Bombita. En la segunda temporada madrilefia su trabajo fué incoloro, salvo en la corrida del 2 de Octubre (15.a de abono), en la que estcqueó con mucha guapeza y éxito sus dos toros del marqués de los Castellones. Por provincias, tuvo un gran éxito en Alicante el 11 de Agosto, estoqueando reses de Cámara; fué famosa su faena para deshacerse del tercer toro de la corrida de Barcelona de 9 de Octubre ( Bangui juelo, asimismo de Cámara), y estuvo lucidísimo en las corridas de feria de Murcia. í , . Quitados estos hechos salientes, el trabajo de Bomhita en 1898 no pasó de la más insípida vulgaridad. Ya los públicos comenzaban á advertir el descenso marcadísimo del trabajo de Emilio Torree. Y» la prensa Kina é inteligente advertía al matador que no convenía dormirse en unos laureles, si brillantes y próximoc, de tronco aún robusto y erguido por completo, fácil de torcerse ante una inconsecuencia en la gradación de la actividad. Y al terminar la temporada de 1898, el cartel de Antonio Fuentes, que siempre habla sido inferior al de Bombita, subió á mucha mayor altura que el de éste. En 1899 Bombita no aceptó, al principio, la contrata de Madrid, cuya plaza regía entonces una Empresa, la de Balbontín, si voluntariosa y decidida, bisofia é inexperta en los achaques de tauromaquia. Emilio Torres comenzó en Sevilla sus faenas el 2 de Abril, toreando reses de su ya predilecta ganadería deOtaolaurruchi con Fuentes y Antonio Montes, que aquella tarde tomó la alternativa. Fué bu trabajo apático, sin