E nillo Lorrea, ea posible que las nostalgia») de aquella popularidad hagan resnrgir en bu mente los días del apogeo. Los entusiastas del toreo serio tuvieron en BomhVa un adalid que despertaba sus entusiasmos, porque la con figuración física del espada, de gran fortaleza y poca flexibilidad, hacíale parar mucho. Los aficionados imparciales, serios, que admiraron lo mismo la elegancia ioigaalable de Rafael Molina, que el imponderable empaje de írascuelo, veían en Bombita un gran elemento para lo porvenir, y el muchacho iba arriba con aureolas de gloria y de estimación. . Pero el cruce aquel abandonado había de hacerle sentir, y toreando la segunda corrida de feria en Córdoba, el 26 de Mayo de 1896, el quinto toro de Miura le alargó el hocico al entrar á matar, y le dló una cornada, larga y grave, en el sobaco izquierdo. El lugar en que fué herido prueba cómo se metía á herir el mozo. Curó pronto, pues que en 15 de Junio ya toreaba en Madrid nuevamente, y siempre con los mismos arrestos y con igual alegría. Bombita fué un caso muy notable. En él pusieron sus miraa los tétricos partidarios de eso que llaman algunos el toreo serio, y ha sido el torero más alegre y más jovial de que hay ejemplo. Obtuvo grandes éxitos en la segunda temporada de 1896 en Madrid, siendo memorable el que consiguió el 18 de Octubre con el sexto toro de Veragua (Zancojos*), berrendo en negro), y la suerte, que gusta de experimentar á los valiente!», le depaió una ruda prueba tres días antes en Guadalajara, cuando hubo de estoquear seis toros de Ripamilán por haber sido herido de. muerte durante el primer tercio del segando {Oachurro, retinto), Juan Gómez de Lesaca. Con la enorme presión de tener en la enfermería un compañriro agonizante, á los veintiún años no cumplidos de edad. Bombita toreó y mató aquella corrida de un modo maravilloso, haciendo ver que había en él un matador de nervio y de empuje, heraldo de grandes glorias. Kn la corrida de Madrid fl3 Noviembre), llamada del JrttpamVzZ, por organizaría el gran periódico para socorro y beneficio de los heri ^ la campaña cabana, tavo Bimhiti otro éxito mayúsculo. Tan grande fué, que la faena con qne dió cuenta del terc-r toro (Lucrtto, de Bi-njumea, negro), mereció que el público en masa Aplaudiese á Frafcnelo, que presidía la fiesta en unión de Lagartijo, Se habían evocado los días de antaño, 1 s gloriosos días en que el matadur granadino re dizaba su laboi- incomparable. Después -le esto, fácil es comprender bajo los auspicios con que Bomb'ta comenzó la temporada de 1897, que la fatalidad había de hacer para él decisiva. La inauguró el 4 de Abril estoqueando en Barcelona seis toros de Muruve p)r hallarse enfermo Reverte. Una tarde de machísimo viento, ea que Emilio Torres se metió en el bolsillo al público, entusiasmado con acuella serena valentía. Después, en Madrid, la muerte de los terceros toros (de L^pez Navarro y de Adalid), de las corridas del 18 y 19 Abril, fueron dos triunf >8 colosales. No podía darse nada más perfecto al herir en valiente. Un matador de toros de primera Los coleccionistas de S l y Somb » • pueden ver en el número primero de este semanario, una instantánea de Bonib'ta arrancando á matar al Adalid de 19 de Abril. Nada puede superarla. Ni la distancia, ni la rectitud. Aquellos lauros se repitieron al estoquear el toro Mvnterillo, de Muruve, lidiado en tercer lugar el 2 de Mayo. Y llegó la corrida 5.a de abono, dada el 6 de Mavo de 1897, con un toro de Miura, otro de Ibarra y seis de Villamarta, que estoquearon Mazzantini, Guerra, Raverte y B