-43- modo altísimo en las canciones de San Juan de la Cruz: vivificado y animado el poeta por la llama del amor deífico, sus documentos rebosan aquél generoso entusiasmo que no solamente se difunde como sangre caliente por las palabras y por las ideas, sino que con virtud admirable se comunica á los demás hombres, produciendo en ellos honda impresión estética — Admíranse, además, en las poesías del Fraile de Fontiveros, otras mil varias condiciones que dan á aquéllas valor de subidísimos quilates: la grandeza y elevación del pensamiento, la idealidad de la concepción fantástica, la exactitud en el retrato de los diversos estados anímicos del poeta, la delicadeza del sentimiento, la riqueza de imágenes y epítetos que forman la expresión gráfica y colorista, el ingenioso empleo de la alegoría y de los tropos, hacen de las canciones espirituales de San Juan de la Cruz un dechado de poética hermosura. La misma excelsitud de los asuntos de que trata, es causa de que el estilo de este poeta tenga a]go de misterioso y obscuro, que, lejos de ser en este caso un defecto artístico, es una belleza más, entre las innumerables que magnifican á las odas del Cisne carmelitano: porque aquella misma obscuridad imprime á las obras un tono de majestuosa energía, que recuerda los escritos arcanos de la sagrada literatura hebraica. Es San Juan poeta de naturalidad candorosa, magnífico á veces, á veces árido y seco, y siempre elegante, severo y noble. El constante uso de la metáfora erótica, hace de su poesía una poesía asiática, florida, vehemente, fogosa, rica de color y de movimiento. Su lenguaje es desigual y en él suele haber incorrecciones y descuides; pero es tan sencillo, tan nuevo, tan enérgico, tan propio y tan deli^