-dimana para llegar á la unión con Dios por amor; que es la vida perfecta en que verdaderamente vive y descansa el alma. Pasa ésta primeramente por la obscura noclie de la fe, obscura para el entendimiento que no puede comprender las cosas celestiales, ni contener en sus estrecbos límites la infinitud de la divina esencia. Desligada de toda tendencia mundanal, libertada de la tiranía de la carne por medio de la penitencia más rígida; con las facultades sensibles anuladas y ejercitando solamente la inteligencia para conocer á Dios y la voluntad para amarle, abstraída de todo lo que no sea el Amado, el alma recibe luz del Cielo que la ilumina y la transfigura, uniéndola finalmente con Dios en el fondo de ella misma, con unión de perfecto amor. Esta interna comunicación con Dios, que no es completa, sino sólo un anuncio ó una anticipación de los deleites inefables de la vida beatífica, magnifica las potencias espirituales, haciéndolas como divinas, y depurando sus movimientos de tai modo que el alma, sin perder su personalidad, ni su propia conciencia, "ni su libre albedrío, aplica su actividad al objeto de la actividad divina, conociendo y amando lo que Dios conoce, y ama. Llegada á aquel altísimo punto, es impulsada por la gratitud á ponderar en amorosas efusiones los tiernos y vivos afectos en ella engendrados por la posesión del Bien Sumo, que le hace "tener un sentido y noticia divina muy generosa y sabrosa, acerca de todas las cosas divinas y humanas que no caen en el común sentir y saber natural del alma.» Esta filosofía sublime, esta admirable Teología mística, semejante sólo á la que se encierra en las áureas páginas de las Moradas, expónela San Juan de la Cruz en corto número de canciones, comentadas latamente 11